lletra i cos

La belleza en el ruido

 

Cuando el silencio se hace denso, en un día extraño de tiempo incierto, de lugares difíciles, de nebulosa escarchada dentro y fuera. Esos días, el ruido es compañía. Puede sonar suave, hasta dulce. O tiene formas nuevas, casi desconocidas, rudas, difíciles. El tránsito tiene este lenguaje hoy. Viajar es esto también. Orientarse en lo nuevo, reconocer la belleza en el ruido. Fascina y atrapa.

 

Niebla en los márgenes

Hoy el día despierta así. Lo miro desde la ventana. Ayer también, casi sin opción. La niebla no, la mirada si: desde la ventana de casa. La niebla en los márgenes se va situando con más claridad. Una claridad nebulosa, que confunde los márgenes. No se mucho donde están ahora mismo. Los límites se estrechan y los márgenes se desdibujan.
De límites y márgenes dice algunas cosas la RAE. Sobre límites, ahora me quedo con esa ‘Línea real o imaginaria que separa dos terrenos, dos países, dos territorios’. Y me pregunto que es real y que es imaginario en mi cabeza, en mi cuerpo.
Entonces me voy a la ‘Ocasión, oportunidad, holgura o espacio para un acto o suceso’ de esos márgenes. Desde ahí, me doy espacio, doy espacio. No se más. Solo que la niebla me habla de esos límites que me sugieren mordazas. De esos márgenes que me recuerdan la ocasión, la oportunidad, la holgura y el espacio.
Me quedo un rato ahí a ver que pasa. Ahora, desde casa.
 

La belleza de lo feo

Cada día lo veo. Lo feo, quiero decir.
¿Sabes? Me fascina como me fascina mirarlo, saber que está ahí y casi reconocerlo en la belleza del paisaje. Hoy lo teñí de blanco y negro para convertirlo en tenebrosamente interesante. Luego, le devolví el color.
Me quedo un rato ahí. En la belleza del mundo, del lugar donde vivo, en la belleza del lugar que habito. La veo en todos esos trozos que a ratos molestan, incomodan, me enfadan y no entiendo. Está ahí.
Paro, observo, aquieto y, desde ahí, escucho esa belleza rara que me cuenta como seguir trazando el paisaje.

La belleza de lo feo

Cada día lo veo. Lo feo, quiero decir.
¿Sabes? Me fascina como me fascina mirarlo, saber que está ahí y casi reconocerlo en la belleza del paisaje. Hoy lo teñí de blanco y negro para convertirlo en tenebrosamente interesante. Luego, le devolví el color.
Me quedo un rato ahí. En la belleza del mundo, del lugar donde vivo, en la belleza del lugar que habito. La veo en todos esos trozos que a ratos molestan, incomodan, me enfadan y no entiendo. Está ahí.
Paro, observo, aquieto y, desde ahí, escucho esa belleza rara que me cuenta como seguir trazando el paisaje.

La vida pide espacio

No, no vivo ahí.
No vivo en ese lugar extraño donde las antenas te pisan el cuerpo.
Y si, si que vivo ahí, donde la vida pide espacio.
·
Hoy grito desde aquí:
Cuida el silencio.
Escucha la belleza.
Para motores.
Aquieta.
·
En el asfalto.
En el mar.
Desde el aire.
En la tierra.
·
La vida vive y pide  espacio, silencio,  escucha y amor.
A ratos, también grita.

Todo en un trozo

Donde todo es un trozo, un rato.  Donde algo emerge claro, nítido, casi tan transparente como mágico, etéreo y corpóreo. En los márgenes. En medio. En la belleza. Entre lo que ensucia y da vida. Entre lo más limpio y lleno de sombras.  Donde todo es un trozo. Ahí, donde a ratos los trozos van siendo todo. Ahí vivo. También ahí. 

La mancha en la vida 

1.f. Señal que una cosa hace en un cuerpogeneralmente ensuciándolo o echándolo a perder.
La primera acepción de mancha en el diccionario de la RAE.
Yo me vuelvo a la belleza de las grietas del Kintsugi, a la permanencia/impermanencia de las manchas en mi vida. A ratos una, a ratos, otra.
Y vuelvo a la RAE.
2. f. Parte de alguna cosa con distinto color del general o dominante en ella.
3. f. Pedazo de terreno que se distingue de los inmediatos por alguna cualidad.
Vale. Me quedo un rato ahí. En eso de distinto color o dominante en ella. En esa cualidad que la distingue del resto. Eso también puede ser bello. Lo es, si aprendo a mirarlo así. La belleza de la mancha impermanente. Y la belleza de la mancha permanente, también. Seguramente ahí se queda la mancha, la grieta. A la vez, se transforma, la mancha, la grieta, la vida. La belleza de la mancha en la vida.

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Aquieto y me muevo

Solo camino poco a poco. Eso no es lento. Ese es el ritmo ahora. Mientras transito desde dentro hacia fuera, me vuelvo a parar un rato ahí, en el fondo hondo, donde parece que no pasa nada y está viviendo todo. Luego, casi seguro que salto al vacío. Me meto en ese hueco que está tan lleno como esta mañana, cuando me despierto de una noche larga y el caracol camina poco a poco. Buscando el ritmo. Ahí estoy mientras no dejo de caminar. Aquieto y me muevo.

Si salgo o me quedo

Para saber si salgo o me quedo, aquieto. Con la claridad que la espera es la construcción de lo que no llega para no quedarme donde estoy ahora. Quedarme para volar, tansitar para nutrir, no para huir. Seguir danzando con ganas de seguir enraizando. Así cuento la reubicación en este espacio sin paredes hoy,  donde el cuerpo se agita, el impulso pulsa y veo borroso, con esa claridad invisible donde ya está todo.

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